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¿Qué es la Epilepsia


que-es-la-epilepsia.jpgLa epilepsia es un trastorno cerebral crónico producido cuando un conjunto de neuronas presentan una inestabilidad en su actividad eléctrica. El problema radica en que el cerebro no puede parar los impulsos eléctricos entre estas neuronas, produciendo ataques epilépticos a la persona que lo sufre.
Un ataque epiléptico consiste en convulsiones involuntarias y pérdida de conocimiento, aunque pueden ser más simples, sin llegar a perder la conciencia, como la percepción de sensaciones extrañas, ligeros movimientos incontrolados de alguna parte del cuerpo o desconexión del entorno.
Dependiendo de la amplitud del grupo de neuronas afectadas por el ataque epiléptico, podemos diferenciar dos tipos de crisis: las generalizadas, que afectan a todo del cerebro, y las parciales, más frecuentes, y que comienzan en un conjunto determinado de neuronas, aunque puede extenderse y convertirse en una crisis generalizada.

SÍNTOMAS

Puesto que su único síntoma son las crisis epilépticas que se manifiestan de forma intermitente, la mayor parte de las personas con epilepsia son plenamente capaces el resto de su tiempo. El término epilepsia, el cual deriva del griego epilambaneim, significa ‘coger por sorpresa’ y se refiere a un conjunto de enfermedades que se manifiestan por crisis epilépticas causadas por un problema en el cerebro. Generalmente, una crisis epiléptica se desencadena por un exceso de actividad eléctrica de un grupo de neuronas (células cerebrales) hiperexcitables y puede afectar a funciones como el movimiento o el comportamiento, o al nivel de conciencia (la noción de lo que sucede alrededor de uno). Las crisis generalmente duran apenas unos segundos o unos minutos, después de los cuales finaliza y el cerebro vuelve a funcionar con normalidad. El tipo de convulsión depende de la parte del cerebro afectada y la causa de la epilepsia. En líneas generales, podemos distinguir dos tipos de crisis epilépticas: las generalizadas (afectan a toda la superficie del cerebro y provocan la pérdida de conocimiento) y las parciales o focales ( la descarga comienza en una zona concreta que puede extenderse al resto de la corteza cerebral). En algunos casos, justo antes de la crisis, el paciente experimenta el aura. Se trata de la sensación de que inmediatamente va a sufrir una crisis parcial o generalizada. En realidad, es una crisis epiléptica parcial que está a punto de extenderse, aunque no todas las auras son precursoras de crisis graves. Para padecer epilepsia hay que haber tenido más de una crisis. La epilepsia puede verse acentuada por varias circunstancias, como cambios hormonales o falta de sueño.

CAUSAS

Las causas de la aparición de las crisis epilépticas son muy variadas, ya que cualquier factor que altere la actividad neuronal normal de una persona puede ser un causante. Hay una predisposición genética para padecer epilepsia, ya que si un familiar cercano la sufre, se tiene probabilidad de heredarla.
El origen de la epilepsia también puede venir por la existencia de alguna lesión cerebral que altere el funcionamiento correcto del cerebro, como puede ser la meningitis, infartos o enfermedades cardiovasculares, tumores cerebrales, determinadas alergias, alzheimer, alcoholismo o el uso de drogas.
Con el fin de no precipitar la aparición de crisis epilépticas, es conveniente evitar algunas circunstancias como la falta de sueño, los cambios hormonales, el estrés, el alcohol, las drogas o estímulos luminosos.

TRATAMIENTO

Actualmente la epilepsia no es una enfermedad prevenible, aunque sí es tratable. Una vez diagnosticada la epilepsia, hay que comenzar lo antes posible con el tratamiento farmacológico que nos recete el especialista. Los fármacos antiepilépticos, tomados con regularidad, no han de ser de por vida y logran un éxito en el control de las crisis en el 70-80% de los pacientes. En los pacientes que no responden a estos fármacos, puede ser productivo la combinación con otros medicamentos o el tratamiento quirúrgico.

Es importante saber actuar ante un ataque epiléptico. Es necesario conservar la calma, permanecer al lado de la persona que la padece en todo momento para evitar que se lesione y cronometrar la duración de la crisis. Hay que colocar algo blando bajo la cabeza, evitar posibles ahogamientos aflojando la ropa alrededor del cuello y poner a la persona tumbada de lado en el suelo. Si la persona no hay perdido el conocimiento, puede permanecer sentada. En contra de la creencia popular, no hay que abrir ni poner objetos en la boca, así como tampoco hay que darle al paciente agua, alimentos o pastillas durante o pasado el ataque.

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