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Diferencias entre la Esclerosis Múltiple y la ELA

ESCLEROSIS LATERAL - 23 de octubre de 2025

Las enfermedades del sistema nervioso suelen generar muchas dudas, especialmente cuando sus nombres se parecen y tienen síntomas similares. Es el caso de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y la Esclerosis Múltiple (EM), dos enfermedades que afectan al sistema nervioso, pero que tienen causas y una evolución muy diferentes. Es importante entender sus diferencias con el fin de orientar correctamente a quienes buscan información y aumentar los caos de detección temprana de la enfermedad.

Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)

La ELA es una enfermedad crónica, que avanza poco a poco, y que afecta principalmente a las neuronas motoras, que son las encargadas del movimiento que hacemos voluntariamente. Estas neuronas van dejando de funcionar con el tiempo y los músculos se van atrofiando y perdiendo fuerza y movilidad. Esto puede provocar dificultades para hablar, tragar, moverse y, en fases más avanzadas, hasta dificultad para respirar. A diferencia de otras enfermedades, en la ELA el paciente conserva la capacidad de pensar y recordar, aunque el cuerpo se vaya deteriorando.

Esclerosis Múltiple (EM)

La Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune. Esto significa que es nuestro propio sistema inmune el que ataca por error una sustancia que recubre y protege los nervios llamada mielina. Esto interrumpe las señales entre el cerebro y el resto del cuerpo, provocando problemas de movilidad, sensibilidad y daños en otras funciones corporales. Estos síntomas pueden aparecer como brotes, con periodos entre los brotes donde el paciente se puede encontrar mejor.

Ambas enfermedades afectan a personas de diferentes edades, pero la Esclerosis Múltiple suele darse más en personas entre los 20 y 40 años, especialmente en mujeres. En cambio, la ELA suele aparecer entre los 40 y 70 años y se da con más frecuencia en hombres.

Los síntomas también son diferentes en ambas enfermedades. En la ELA, la debilidad muscular aparece poco a poco y suele empezar en una parte del cuerpo, extendiéndose hasta afectar a la movilidad, el habla y, en los casos más avanzados, la respiración. Los pacientes pueden tener una gran fatiga, pero no suelen presentarse alteraciones en la sensibilidad. Por otro lado, en la Esclerosis Múltiple los síntomas son variados, como hormigueo, pérdida de visión, fatiga crónica, dificultad para caminar, espasmos musculares o problemas urinarios, que pueden aparecer y desaparecer.

El pronóstico y la evolución de la enfermedad también es diferente. En la ELA, el avance de la enfermedad es continuo, sin periodos de mejora, y la esperanza de vida suele verse acortada. No existe una cura para la ELA, pero sí terapias que ayudan a controlar los síntomas y que el paciente pueda mantener su autonomía, además de ofrecer apoyo emocional. En cambio, para la Esclerosis Múltiple existen tratamientos que reducen la frecuencia y gravedad de los brotes y mejoran la calidad de vida de los pacientes, haciendo que puedan llevar una vida normal y retrasando la aparición de una posible discapacidad.

No debemos olvidar el impacto emocional de estas enfermedades, tanto para quienes las padecen como para sus familiares. Es esencial que cuenten con información clara y sobre la enfermedad, los síntomas y su evolución, así como apoyo psicológico que les ayude a sobrellevar mejor su día a día.



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