COLESTEROL - 17 de diciembre de 2021
En Europa la enfermedad cardiovascular es la responsable de más de 4 millones de muertes al año. Si hablamos de España, esta enfermedad es la causa más frecuente de mortalidad, con más de 120.000 fallecidos cada año[1].
Las guías europeas recomiendan controlar y reducir los niveles de colesterol en los pacientes con riesgo cardiovascular, mediante la combinación de hábitos saludables y el uso de tratamientos eficaces, sin embargo, en la práctica, aún falta mucho camino por recorrer [2].
Las guías estiman que un paciente que ha experimentado ya un episodio cardiovascular debería mantener los niveles de colesterol por debajo de 55 mg/dL. Si el paciente no ha tenido complicación pero sí tiene altísimo riesgo porque tiene hipertensión, insuficiencia renal, diabetes, etc., lo ideal es que su tasa de c-LDL sea inferior a 70 mg/dL. Un tercer grupo serían los pacientes con riesgo alto, pero no altísimo, para los que se recomienda un nivel inferior a 100 mg/dL
El control y el tratamiento de los factores de riesgo son determinantes en pacientes que han sufrido o tienen riesgo de sufrir episodios cardiovasculares, como ictus, angina de pecho o infarto de miocardio, entre otros, sin embargo, a pesar de los protocolos existentes, hay una alta tasa de recurrencia de nuevos episodios cardiovasculares, en pacientes ya diagnosticados.
Tras un primer diagnóstico, el profesional médico establecerá un tratamiento y una serie de pautas de control y cambios en el estilo de vida del paciente ya que, además del tratamiento farmacológico prescrito, se hace imprescindible reeducar a los pacientes en la práctica de hábitos saludables, que ayuden a controlar los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular.
Estas recomendaciones abarcan desde la práctica habitual de deporte a intensidad moderada, de menos a más, sobre todo en el caso de personas sedentarias, que nunca han hecho deporte. También, cambios en la dieta, priorizando alimentos saludables como las verduras y las frutas, así como las proteínas de alta calidad, para fomentar así la pérdida de peso, lo que contribuirá a controlar, en mayor medida, los niveles lípidos en sangre. Por otro lado, es especialmente importante que los pacientes eliminen hábitos tóxicos en su día a día, como el consumo de alcohol y tabaco.
Por último, aunque no menos importante, el paciente diagnosticado debe seguir las recomendaciones de su médico en cuanto al control de los niveles de presión arterial y colesterol de forma rutinaria, en su domicilio o acudiendo a su centro de salud asignado.
Los tratamientos más recomendados por su eficacia y alcance son los hipolipemiantes, es decir, un grupo de fármacos que disminuyen el colesterol malo, LDL y, por tanto, reducen el riesgo cardiovascular de los pacientes. Entre estos fármacos, se encuentran las estatinas, eficaces, seguras y logran bajar las tasas de colesterol LDL hasta prácticamente la mitad. En un segundo nivel encontramos medicamentos que reducen la absorción del colesterol intestinal que, combinados con las estatinas, también permiten ayudar a controlar el problema. También existe un grupo de fármacos inyectables con gran eficacia en pacientes de altísimo riesgo, pero con el inconveniente de ser caros.
Estos tratamientos reducen los niveles de colesterol malo de forma controlada y tolerable, algo imprescindible para mejorar la salud y el bienestar de los pacientes.
Aún con estos tratamientos disponibles, un reciente estudio de la Sociedad Española de Cardiología ha revelado que existe una falta de aplicación de estos tratamientos disponibles. En dicho estudio, participaron más de 6.000 personas y se demostró que, aunque hay una cierta mejora en el control del colesterol, todavía hay una infrautilización del tratamiento importante.
No debemos olvidar que, a pesar de la existencia de estos tratamientos, más del 70% de los pacientes con riesgo alto o muy alto no alcanza los niveles recomendados de colesterol, lo cual significa que, a pesar de los medios existentes, aún queda mucho camino por recorrer y la predisposición del paciente, así como su colaboración juegan un papel fundamental para la recuperación y eliminación del riesgo cardiovascular.
En definitiva, el trabajo y dedicación de los profesionales de la salud combinado con la colaboración de los pacientes y el uso de tratamientos eficaces son las bases para seguir avanzando en el control de esta enfermedad.[3]
Referencias:
Bibliografía consultada
Redactado por:
Conectando Pacientes