VIDA SALUDABLE - 6 de octubre de 2025
Envejecer es algo inevitable, pero la manera en la que lo afrontamos cambia por completo la experiencia. Ya no encaja esa imagen del mayor en un sillón, con los días pasando sin novedad. Hoy lo que se busca es conservar energía, sacar partido a cada jornada y cuidar tanto el cuerpo como la mente. De ahí que muchas residencias y centros de día para mayores hayan evolucionado: han dejado de ser solo un espacio de cuidados básicos para convertirse en lugares donde se impulsa un envejecimiento activo, con actividades adaptadas a cada persona.
Mantenerse activo no es únicamente dar un paseo de vez en cuando. Lo que realmente marca la diferencia es sumar movimiento físico con pequeños retos mentales: eso es la estimulación cognitiva y física en la tercera edad. Esta mezcla mantiene la memoria despierta, ayuda a conservar la autonomía y, sobre todo, mantiene vivas las ganas de seguir disfrutando. Las opciones son muy variadas: desde talleres de memoria o juegos que trabajan la atención, hasta ejercicios de coordinación, dinámicas grupales o conversaciones guiadas que ponen al cerebro a ejercitarse. Y no hay que olvidar la parte física: tanto estiramientos sencillos como rutinas más completas que ayudan a evitar la pérdida de fuerza, la rigidez o esa pereza que aparece cuando uno se queda demasiado tiempo quieto.
La experiencia demuestra que combinar ambas cosas se nota en la calidad de vida. No solo se alarga el tiempo en que cuerpo y mente se mantienen en forma, también mejora el humor y da un plus de motivación. Cuando una persona mayor siente que todavía puede aprender, que alcanza pequeños logros y que su voz es tenida en cuenta, su autoestima crece y su forma de encarar cada día cambia por completo.
Otro punto primordial es la parte social. Muchas de estas actividades se hacen en grupo, y eso ayuda a generar vínculos, a evitar la soledad y a sentirse parte de una comunidad. Compartir experiencias, bromear, tener alguien con quien charlar es tan beneficioso para la mente como los propios ejercicios cognitivos. Al final, estar acompañado y sentirse escuchado es una forma de estimulación por sí misma.
Las familias también se benefician de esta visión más amplia. Saber que su padre, madre o abuelo no solo recibe cuidados básicos, sino que también disfruta y se mantiene activo, les da tranquilidad. Y ese respaldo emocional influye directamente en la motivación de la persona mayor, que percibe que tiene apoyo y que no está sola en este proceso.
El reto es mayor cuando hablamos de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson. En estos casos, la estimulación no es solo un complemento, es fundamental. El Parkinson, por ejemplo, no se aborda únicamente con fármacos. En Sanitas han apostado por un enfoque no farmacológico que abarca distintos frentes: terapia ocupacional para mantener la autonomía en lo cotidiano, apoyo psicológico para cuidar el ánimo, y estimulación cognitiva para mantener activas funciones que la enfermedad intenta mermar.
Lo interesante es que no son piezas sueltas, sino que todo se combina. Un ejercicio rítmico acompañado de tareas de memoria, por ejemplo, no solo trabaja la coordinación, también estimula la atención. Esa mezcla de capas, donde lo físico y lo cognitivo se entrelazan, es lo que de verdad genera resultados. Además, siempre hay profesionales especializados guiando el proceso, que saben aplicar técnicas, pero también ofrecer ese empuje emocional tan necesario para no rendirse.
En este terreno, las residencias de mayores Sanitas marcan la diferencia. No se limitan a ofrecer cuidados básicos, sino que diseñan programas personalizados para cada residente, teniendo en cuenta su nivel de autonomía y sus necesidades específicas. Esto es especialmente relevante en quienes conviven con enfermedades neurodegenerativas.
El lado humano es otro pilar esencial. La empatía, la paciencia y la cercanía de los equipos influyen tanto como las terapias. En el caso del Parkinson, donde los síntomas pueden generar frustración, tener un entorno que entiende y acompaña es clave para mantener la motivación. A esto se añade la participación de los propios residentes en la planificación de las actividades. Darles voz, escuchar qué les gusta y tener en cuenta sus intereses genera un sentimiento de pertenencia que multiplica los efectos de cualquier terapia.
La estimulación cognitiva y física no consiste en llenar horas, sino en diseñar un estilo de vida que retrase el deterioro y aumente la calidad de cada jornada. En este camino, Sanitas ha sabido posicionarse como un referente gracias a sus programas a medida, a su experiencia en enfermedades neurodegenerativas y al trato cercano de sus profesionales. Porque envejecer no es detenerse, sino encontrar nuevas formas de avanzar con energía y ganas.
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