EPILEPSIA - 10 de julio de 2025
Lidiar en nuestro día a día con una enfermedad nunca es fácil y menos si hablamos sobre una enfermedad como la epilepsia. Una condición neurológica crónica caracterizada por la aparición recurrente de crisis epilépticas, derivadas de una actividad eléctrica anormal en el cerebro.
Esta enfermedad, más allá de su impacto físico, genera un profundo impacto psicológico y emocional en quienes la padecen. Afrontar la epilepsia supone un desafío constante que va más allá del ámbito médico, donde se ponen en juego aspectos fundamentales como la autoestima, la autonomía personal, las relaciones sociales y la calidad de vida. En este contexto, el ser capaz de desarrollar la resiliencia se convierte en una herramienta clave para enfrentar los retos diarios que impone la epilepsia.
Pero ¿qué es la resiliencia de la que tanto se habla? La resiliencia se define como la capacidad del ser humano para adaptarse eficazmente ante situaciones adversas. En el caso de la epilepsia, desarrollar resiliencia implica mucho más que sobrellevar la enfermedad, significa aprender a vivir con ella sin que esta defina la identidad de la persona.
Las personas con epilepsia se siguen enfrentando a un estigma social persistente, ya que, a pesar de los avances en la comprensión médica de esta, aún existen mitos y prejuicios que generan discriminación, aislamiento y miedo. Esto influye inevitablemente de manera negativa en el bienestar emocional, aumentando el riesgo de desarrollar ansiedad, depresión o una baja autoestima.
Además, las personas que sufren esta enfermedad viven con una constante incertidumbre sobre cuándo ocurrirá una crisis lo que genera un estado constante de vigilancia o temor, limitando actividades cotidianas como conducir, trabajar o incluso socializar. Esta carga emocional puede ser tan limitante como la propia enfermedad física.
Las historias de quienes conviven con epilepsia y han logrado desarrollarse en distintos ámbitos de la vida —educativo, laboral, afectivo— son un testimonio poderoso de fortaleza humana. Gracias al acompañamiento terapéutico, el apoyo familiar y la autoaceptación descubren nuevas formas de adaptarse y relacionarse con su condición, reduciendo el impacto psicológico y recobrando el control máximo control posible sobre sus vidas.
El abordaje psicológico en personas con epilepsia es fundamental. No solo permite trabajar en el manejo del estrés, la ansiedad o la depresión, sino también fortalecer recursos internos como la autoeficacia, la independencia y la autoestima.
Diferentes terapias han demostrado ser eficaces en ayudar a las personas a identificar pensamientos negativos asociados a su condición y ponerlos a prueba, para desarrollar pensamientos más realistas y adaptativos. Asimismo, los grupos de apoyo son fundamentales, donde los pacientes encuentran un lugar seguro donde poder compartir experiencias y estrategias, favoreciendo el sentido de pertenencia y comprensión.
Cada historia de una persona con epilepsia que ha logrado superar obstáculos emocionales y sociales es una historia de resiliencia. Son relatos que inspiran y nos invitan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad colectiva para construir una sociedad que valore la diversidad humana y promueva la salud mental como parte esencial del bienestar general.
Lucía Ongil, Psicóloga Sanitaria M-35082 en Alimentación 3S.
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Alimentación 3S