logo
Inicio > Noticias > migraña > > Aneurisma y migraña, ¿por qué se confunden?

Aneurisma y migraña, ¿por qué se confunden?

MIGRAÑA - 6 de junio de 2020

Las primeras horas después de sufrir un aneurisma son muy importantes para tratar de evitar que queden secuelas graves en el paciente, por eso, es de vital importancia conocer bien los síntomas para que sea diagnosticada correctamente en el menor tiempo posible. Según un estudio realizado por médicos e investigadores del Hospital del Mar de Barcelona, en el que se han analizado a 400 pacientes, uno de cada cuatro casos se diagnostica erróneamente como migraña.

El aneurisma consiste en la rotura de una arteria que provoca una hemorragia fuerte en una de las capas exteriores que rodean el cerebro y el principal síntoma es un fuerte dolor de cabeza, al igual que en las migrañas, con la diferencia de que se manifiesta súbitamente y desaparece tiempo después.

“La sangre sale con enorme fuerza. Es un dolor de 0 a 100. Lo denominan el trueno”, explica la neuróloga Elisa Cuadrado, responsable de la unidad de cefaleas del hospital, y añade que, “al cabo de un rato la presión de la hemorragia disminuye y el dolor puede menguar. Así que, si no se exploran los antecedentes y esa brusquedad del inicio correctamente, la explicación del paciente puede inducir a error, con el agravante de que cuanto más tiempo pase sin que se identifique el problema, las secuelas serán mayores”.

La clave principal de esta dolencia es ese inicio brusco del dolor, “más que la intensidad, a la que hasta ahora habíamos dado mucho valor”, aclara. Además, el otro síntoma esclarecedor es la rigidez en el cuello, que indica que la hemorragia ha llegado hasta esa zona.

Los aneurismas cerebrales tienen un pronóstico grave y es necesario ser hospitalizado porque duran varios días hasta que se controla la situación. “El tratamiento de un aneurisma es complejo. Se necesita un equipo muy especializado para reparar ese vaso roto y días de hospitalización para recuperar funciones dañadas”, explica la neuróloga. “Su confirmación diagnóstica necesita pruebas de imagen que están en los hospitales, pero el diagnóstico se puede hacer en las urgencias primarias si se tiene en cuenta este riesgo de confusión”, añade.

“Durante las primeras 24 horas, la mitad de los pacientes están muy mal, pero la otra mitad están bien y después de ese dolor intenso y explosivo, se les pasa y piensan que quizá sea la tensión, mejor esperar, a ver si se pasa”, incide la doctora en el motivo por el que se suelen producir errores de diagnóstico y se le resta la gravedad que realmente tiene. Además, añade que “es básico actuar cuanto antes, porque en una semana las complicaciones han evolucionado mucho”.

Tras el estudio, los investigadores han concluido que, en los casos en los que se da un diagnóstico correcto desde el principio, el 40% tuvo secuelas graves que afectaban a la marcha, al habla, a la capacidad cognitiva, al autocuidado en general; mientras que, entre los diagnosticados erróneamente, la cifra asciende hasta el 60%.

Ahora, el objetivo principal de los expertos es el de la concienciación, tanto de médicos como de los pacientes. “Se trata de que, por poco frecuente que sea, pensemos en esta posibilidad cuando el relato del dolor coincida con ese patrón intenso súbito. En nuestro estudio hemos visto cómo un 5% de los afectados había acudido hasta cinco veces al médico por su dolor antes de tener un diagnóstico correcto”, concluye la doctora Cuadrado.

Redactado por:

Conectando Pacientes

¿Te ha gustado esta noticia? Comparte:

grunenthal banner mobile