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Desconfinamiento: Recuperando hábitos en mi alimentación

VIDA SALUDABLE - 6 de junio de 2020

En nuestra sociedad actual, el control del peso es una cuestión recurrente en las conversaciones diarias. Se añade a esta “preocupación colectiva” un periodo de confinamiento que acentúa el temor a la posible ganancia de peso como resultado del permanente acceso a alimentos en casa, sumado al cese de nuestra actividad física diaria.

En este momento, nos encontramos en una situación en la que convergen varios elementos: la posible ganancia de peso, la incertidumbre y ansiedad hacia el futuro, conflictos o problemáticas previas maximizadas durante la cuarentena y la proximidad de la tan famosa como perversa “operación bikini”. Se delinea así un panorama de riesgo y un caldo de cultivo para trastornos de la alimentación en todo aquel o aquella que persigue con urgencia la pérdida de peso sin tener en cuenta las pautas de salud más esenciales.

Si bien disponer de la información adecuada en un proceso de bajada de peso siempre es importante, en estos momentos resulta fundamental. En este artículo, damos respuesta a la siguiente pregunta:

 

“¿Cómo recuperar mis hábitos de alimentación de una forma saludable?”

 

1. Nunca focalizarse en el peso, sino en los hábitos.

Debemos hacernos la siguiente pregunta: “¿qué hábitos he cambiado durante la cuarentena que han podido contribuir a mi aumento de peso?”

En la respuesta tendremos las claves acerca de qué hábitos previos debemos recuperar. No es cuestión de incluir cambios bruscos o excesivos en nuestra alimentación. Olvidémonos de la báscula. A medida que recuperemos nuestras rutinas previas (siempre y cuando fueran saludables) el peso se adaptará.

 

2. Cuidado, el peso es un indicador engañoso.

El peso corporal de una persona puede oscilar normalmente de 1 a 3 kg a lo largo del mismo día, y de un día para otro. No tenemos un peso, sino un rango de peso. Nuestro cuerpo es complejo y estas variaciones suelen obedecer a fluctuaciones en los niveles de líquidos dependiendo de las situaciones, la actividad diaria, el estrés, etc.

Por ello, el dígito de la báscula en un momento puntual no es un indicador fiel de la ganancia de peso, sino que deberemos fijarnos en si existe una tendencia en el tiempo.

 

3. La pérdida de peso nunca es lineal.

Respeta los tiempos. Es muy importante ser paciente con nuestro cuerpo y no someterlo a cambios bruscos con dietas estrictas o sobreesfuerzos en el gasto calórico, ya que conlleva al conocido “efecto rebote”.

 

4. Nunca prohibirse alimentos.

“Aprender a escoger alimentos nutritivos y saludables (evitando los ultraprocesados)” frente a “prohibirme comer ciertos alimentos porque engordan”.

Se nota la diferencia ¿verdad? Debemos tener en mente una idea clave: Prohibirnos comer ciertos alimentos, aumenta paradójicamente la ansiedad por comerlos. Por ello, las elecciones deben ser desde una actitud de autocuidado y flexible, haciendo cambios progresivos.

 

5. Descarta la expresión “quitarme los kilos de más”.

Sustitúyela por expresiones más amables como “tener un peso saludable”, expresiones que no nos aporten una idea de urgencia, obligatoriedad o sensación de que tenemos kilos que no nos corresponden.

 

6. Prioriza el ejercicio.

 

7. Si la subida de peso ha sido significativa, consulta con un profesional.

¿Has notado un cambio brusco en tus hábitos de alimentación? ¿Sientes descontrol a la hora de comer? ¿Crees que tu estado anímico repercute en gran medida en cómo comes? ¿Sientes ansiedad por el peso? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, contactar con un profesional de nutrición y/o psicología de la alimentación es la mejor opción ya que te ayudarán a reestructurar tus hábitos de forma pausada y abordando la problemática de forma integral.

Redactado por:

Ana Gutiérrez Frutos

N.º. Col. M-33182. Psicóloga General Sanitaria

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